miércoles, 6 de enero de 2010

Película de espías


Durante nuestra visita navideña a Madrid fuimos a ver Garbo: El espía. Es un documental sobre una historia fascinante: un español normal y corriente, de nombre Juan Pujol, que pasó la segunda guerra mundial como doble agente. Los alemanes creían que espiaba para ellos en Inglaterra, pero él, a las órdenes del servicio secreto británico, se dedicaba a darles información falsa. El engaño parecía tener dimensiones descomunales. Se inventó una red de veintitantos subagentes ficticios por toda Inglaterra que le proporcionaban la información que él mandaba a Alemania. Al principio ni siquiera había estado en Inglaterra: redactaba sus informes inventados desde Portugal, basándose en lo que leía en bibliotecas públicas.

Según el documental, Pujol tuvo una influencia decisiva en el curso de la guerra, pues sus informes convencieron a los alemanes de que el desembarco de Normandía era una maniobra sin importancia para encubrir el verdadero intento de invasión, que ocurriría en otro sitio. Los alemanes nunca dejaron de creer a Pujol. Cuando la guerra ya había terminado se entrevistó en Madrid con su contacto, que le pidió disculpas por el fracaso y le entregó una gran suma de dinero como recompensa por los servicios prestados. Todavía según el documental, Pujol fue la única persona que recibió la Cruz de Hierro y la Orden del Imperio Británico.

Si la historia es inmejorable, el documental deja bastante que desear. Consiste en una serie de entrevistas a dos historiadores, a la Condesa de Romanones y a un sujeto peculiar, intercaladas con escenas alusivas de películas de guerra y alguna que otra imagen documental de la época. Las únicas imágenes interesantes muestran a Pujol en los años ochenta, ya viejo, en un viaje a Inglaterra para recibir su condecoración, acosado por veteranos ingleses que querían estrechar su mano y conmovido en un cementerio militar de Normandía.

Al final de la película tienes la sensación de no conocer a Pujol en absoluto, de no entender sus motivaciones ni cómo una persona tan común como él pudo conseguir tal hazaña. A lo mejor no hay nada que entender: a un hombre como otro cualquiera una vez le salió muy bien una cosa. Fin de la historia. Lo demás es distorsionar la realidad con trucos narrativos que crean expectativas equivocadas y dañinas sobre cómo funciona la vida humana.

La vimos en el Cine Verdi, en Bravo Murillo. Al encenderse las luces después de una película siempre me cuesta unos segundos recuperar mi vida. Cuando voy al cine en Madrid estos momentos de desconcierto tienen un significado especial. Siempre me pilla un poco de sorpresa cuando me doy cuenta de que estoy de visita.