Valencia es una ciudad que lo tiene todo:
- El mar: azul. Una playa. Un puerto deportivo adosado a uno de verdad, con un clima que te permite navegar todo el año.
- Un ensanche elegante en el que disfrutar de la vida burguesa española de siempre.
- Un casco antiguo todavía vivo donde refugiarte cuando el aburguesamiento del ensanche empiece a agobiarte.
- Gente que, aunque participa en el juego urbano de la apariencia, no parece preocuparse demasiado por disimular su substrato rural.
- Mercados espectaculares, con buenas frutas y verduras (¡qué tomates!), buenas carnes, pescados y mariscos, buenos quesos, embutidos y salazones.
- Aparente harmonía lingüística.
- Prosperidad y orden público.
- Bicicletas.
- Una filmoteca.
- Una orquesta profesional, que no será de las mejores del mundo, pero a mí qué más me da.
- La casa de comidas El Ventorro, donde sirven platos de leyenda con una naturalidad desconcertante. Nunca jamás olvidaré sus alubias con codorniz.
- Algunos de los mejores filósofos de España.
1 comentario:
Me gusta que te haya gustado la experiencia. No quiero pensar que quiza hayais idealizado un poco esta ciudad hacia la que tantos, a fuerza de quererla, sentimos ciertoodio, autoodio tal vez.
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