Con Chris W y Chris N rumbo al río Deben |
Ha sido una temporada poco propicia. Yo he tenido la cabeza en otras cosas y no he encontrado la energía de las temporadas anteriores para planear las travesías con detalle. El tiempo tampoco ha acompañado. Ha habido poco sol, poco calor, mucha lluvia y mucho viento, incluso para los estándares de estas latitudes. Además Bill, uno de mis tripulantes más habituales, ha estado fuera de servicio, cruzando el Atlántico en el barco de Graham, ida y vuelta.
Sin embargo, a pesar de los pesares, mirando el cuaderno de bitácora tengo que decir que ha sido una temporada exitosa. Hemos navegado más de 600 millas náuticas en 23 días y hemos expandido los horizontes del Scallywag en tres travesías de cierta envergadura.
En la primera llegamos hasta el río Deben, donde no había estado hasta ahora. La entrada es famosa por su dificultad, con bancos de arena y grava que se desplazan constantemente, fuertes corrientes de marea y aguas siempre revueltas. Pasada la entrada, el río es un remanso de paz que serpentea hasta Woodbridge, donde hay un puerto deportivo en lo que fue el estanque de un molino.
En las otras dos travesías substanciales fuimos a Francia, primero, en Junio, a Gravelines, y luego, en Agosto, a Boulogne. El año pasado cruzamos el Mar del Norte hasta Holanda, pero hasta este año no había llevado al Scallywag a Francia. Ambas travesías a Francia tuvieron momentos memorables. De la primera nunca se me olvidará la singladura de Tollesbury a Calais, de un tirón, 69 millas en 12 horas de ceñida, con mucho viento y muchas olas, solos mi amigo Chris W y yo, sorteando bancos de arena en el estuario del Támesis y petroleros en el Estrecho de Dover. Nunca en mi vida había estado tan cansado como esa noche al llegar a Calais. En la segunda, tanto de Ramsgate a Dover como de Dover a Boulogne tuvimos niebla. Al llegar a Dover no se veía nada de nada. Cuando pedimos permiso por radio para entrar en el puerto, nos dijeron que esperáramos a doscientos metros del enorme rompeolas a que entrara un ferry. Sabíamos que estábamos a doscientos metros del rompeolas porque lo decía el GPS, pero verlo no lo veíamos. Y la vuelta de Boulogne fue una verdadera montaña rusa, sin duda el mar más revuelto que me he encontrado en el Scalywag.
Chris W ha sido mi tripulante más asiduo este año. Los dos conocemos el barco y nos conocemos el uno al otro. Navegamos con naturalidad. Maniobras que en otros barcos se hacen a gritos nosotros las hacemos sin apenas cruzar palabra. Otro Chris, Chris N, también ha jugado un papel importante esta temporada. Él tiene un barco, el Arc Angel, más grande, más nuevo y mejor que el mío (con el que, entre otras cosas, ha circunnavegado Gran Bretaña), pero lo tiene de chárter, así que a menudo no está a su disposición. Chris N vino con nosotros al Deben. La vuelta fue muy dura, y lo habría sido más sin los dos Chrises a bordo. En la travesía a Gravelines, Chris N estaba ocupado el día que salimos, pero esa noche se fue en tren a Calais para unirse allí a nosotros. En la travesía a Boulogne, el Scallywag se citó con el Arc Angel en Dover, la primera vez que se veían. Desde allí fuimos juntos hasta Boulogne. Luego nosotros nos volvimos hacia el norte y Chris N siguió con el Arc Angel hacia el sur por la costa de Normandía.
Lo más agradable de la temporada es que me ha dejado con ganas de más. Ya estoy con cartas y portulanos planeando las aventuras del verano que viene: a Honfleur, en la desembocadura del Sena, hacia el sur, y a Lowestoft, Southwold y los ríos Ore y Alde hacia el norte. Me gusta ampliar mi radio de acción así, poco a poco, como cuando mojas el pincel en la pintura que ya has aplicado y la extiendes. Así tardo más en conseguir cosas, a veces demasiado, pero de otra manera no me siento a gusto.
Puertos que he visitado con el Scallywag |
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