lunes, 8 de febrero de 2010

Concierto de la Philharmonia


El jueves fui a ver en el Royal Festival Hall a la Philharmonia, una de las orquestas de Londres. Tocaron el concierto para orquesta de Bartók, el concierto para violín de Stravinsky y Dance Figures, del compositor inglés George Benjamin. El director era Esa-Pekka Salonen y la solista Viktoria Mullova.

El concierto de Stravinsky parecía proporcionar el núcleo estilístico del programa. Pertenece a su época neoclásica, de estudiada frialdad y distanciamiento antisentimentalista. Yo no conozco esta época de Stravinsky bien. El verano pasado oí Pulcinella y no me pareció que me perdiera gran cosa, pero con el concierto para violín lo pasé muy bien. Que la música no intente expresar nada me parece estupendo, siempre que evite caer en la frivolidad, y creo que esta obra lo consigue. Daba gusto dejarte llevar por la fluidez, precisión y elocuencia de las frases del violín. El concierto para orquesta de Bartók parece estar más cerca del formalismo del Stravinsky neoclásico que de la intensidad de los cuartetos de cuerda del propio Bartók. Es una obra espectacular y brillante que utiliza la orquesta con originalidad y soltura. De Benjamin nunca había oído hablar. Oyendo Dance Figures hubiera jurado que era un discípulo aventajado de Stravinsky, pero resulta que es más o menos de mi edad y subió al escenario a recibir aplausos. Su composición no desmerecía a las otras dos, y de lo único que se le podría acusar es de no haber sido escrita setenta años antes.

El Royal Festival Hall es parte de un complejo cultural en la margen sur del Támesis construido en los años cincuenta en un estilo agresivamente moderno. No es bonito ni pretende serlo, pero es un edificio digno y eficaz. Acaban de rediseñar el interior para mejorar la acústica. Las vistas del río desde el vestíbulo son majestuosas.

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