lunes, 15 de marzo de 2010
El Scallywag varado
El 21 de diciembre traje el Scallywag desde el río Orwell, donde lo compré, a su nuevo hogar en Tollesbury. Desde después de navidad me he dedicado al bricolaje náutico, arreglando algunas cosillas, pensando cómo arreglar otras y enterándome poco a poco de cómo funciona todo. Ha habido que sacarlo del agua, pues había que cambiar la pieza que impide que entre agua por el agujero por el que el eje de la hélice atraviesa el casco. Además había que poner en la obra viva la patente que evita que se cubra de algas y moluscos. Había pensado hacer todo esto en un fin de semana, con el barco colgado de la grúa, pero estas cosas siempre se complican.
Al verlo fuera del agua me encontré con que la patente del año anterior estaba cubierta de una capa de barro muy difícil de quitar. El dueño anterior tenía el barco en un amarre en el que sólo estaba a flote con marea alta. El resto del tiempo descansaba sobre el barro, que había pasado a formar parte integral de la patente, y en algunos puntos del propio casco. Además, la orza de hierro fundido tenía algunos puntos de óxido. Ni el barro ni el óxido son problemas serios, pero decidí afrontarlos ahora, y desde entonces les he dedicado gran parte de mis fines de semana. A pesar del frío y la fatiga no me ha importado hacerlo. Creo que no lo he hecho muy bien, pero estoy aprendiendo. Ayer terminé, y la verdad es que daba gusto verlo, todo reluciente, en el primer sol que parecía querer calentar un poco después de un invierno largo y despiadado. Mañana lo vuelven a meter al agua, que es donde debe estar. Ahora a navegar.
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1 comentario:
La verdad es que sí: da gusto verlo (aunque sea en foto). Enhorabuena por el trabajo. Ahora, como se dice por aquí: Bon vent!
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