El sábado pasado fuimos a Sadler’s Wells a ver a la compañía de William Forsythe. Sadler’s Wells es un teatro en Islington dedicado principalmente a la danza contemporánea. Vamos mucho porque a mi mujer le interesa la danza. Casi siempre hay algo bueno. El año pasado ya vimos otra obra de Forsythe, Impressing the Czar, que me dejó con la boca abierta. En el público de Sadler’s Wells suele haber tanta gente guapa y sofisticada del mundo de la danza que te sientes un poco feo y vulgar, pero qué se le va a hacer.
El programa constaba de una única obra, Decreation, coreografiada por el propio Forsythe. Decreation está basada en el texto de una discusión de pareja, que se repite, se transforma, se fragmenta y se va pasando de bailarín en bailarín, e incluso en una ocasión se traduce al alemán. En torno a este texto y al tema del amor y el desamor se desarrolla el aspecto dancístico del espectáculo, con bailes precisos, energéticos y sofisticados, en un tono aparentemente narrativo, aunque no estuviera claro qué se narraba. Todos los participantes están en el escenario durante toda la obra. Incluido el teclista que aporta la música. Cuando no están bailando, los bailarines se sientan a los lados a mirar. En el escenario también hay una cámara de televisión con la que los bailarines se filman unos a otros, y una pantalla en la que se proyecta lo que filman. Todo esto da al escenario un aire de autosuficiencia. Me pareció un espectáculo sensacional, tanto la danza en sí como la combinación con todo lo demás que no era danza. Danza como esta es una de las formas artísticas donde crear cosas nuevas todavía parece posible.
Al salir fuimos a cenar a un sitio de por allí que se llama Peasant. No habíamos estado nunca. Peasant es oficialmente un gastropub, que es un pub que además de cerveza intenta servir comida simple y asequible pero de calidad. En realidad, más que un gastropub de verdad, yo diría que es un pub con un restaurante en el piso de arriba. Independientemente de esta cuestión semántica, cenamos de maravilla. Yo tomé de primero unos gnocchi caseros con una ensalada de tubérculos, de segundo venado asado muy poco hecho servido sobre una tartaleta muy rica, y un postre de la estructura de la tarta de queso pero en líquido, servido en una copa. Sin muchas pretensiones, pero todo muy bueno. Volveremos.
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