viernes, 29 de mayo de 2009

De camping en la Isla de Wight

El fin de semana pasado, que era puente, fuimos de camping a la Isla de Wight. Yo la costa de la Isla de Wight la conozco bastante bien desde el mar, pero en tierra firme no había estado nunca, quitando los puertos y algún restaurante adyacente. De camping en familia no habíamos ido nunca. Era un experimento, con equipo prestado. Lo pasamos bien. El camping era agradable. Los que lo llevaban eran buena gente, y el sitio era inmejorable, en unas praderas al borde de un acantilado con el mar infinito de telón de fondo.


Al pie del acantilado había una playa escondida.


La zona principal parecía demasiado urbanizada y aglomerada para mi gusto. Nosotros, afortunadamente, estábamos en una pradera más rudimentaria que usan cuando la zona principal está llena. Allí se estaba mejor.

El domingo dimos un gran paseo circular, primero por la costa


y luego por el interior,


hasta la aldea de Mottistone.


Todo muy pintoresco y ameno.

El lunes fuimos a ver las Needles, que son unas rocas espectaculares en la punta oeste de la isla.


Me hacía ilusión verlas desde arriba después de haberlas visto tantas veces desde abajo.

No cabe duda de que el ambiente del camping es un poco ridículo, con tanta gente de ciudad sin saber muy bien cómo comportarse fuera de su medio natural. Estar en el campo con el coche me traía recuerdos desagradables de mi infancia dominguera. De todos modos tiene su gracia estar al aire libre, o casi, las veinticuatro horas del día, sin poder hacer gran cosa para regular la luz o la temperatura, con poco más de lo necesario para no sufrir penalidades. No sé si volveremos, pero me alegro de haber ido.

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