He pasado el día en la Biblioteca Británica. Este ha sido mi segundo hogar desde que llegué a Londres en el 2000. Vengo casi todos los días laborables que no tengo que dar clase ni que recoger a los niños del colegio, normalmente un par de días a la semana durante el curso, y más en vacaciones. Aquí trabajo mejor que en ningún otro sitio. Además me siento a gusto.
Me encanta el edificio. Es del arquitecto Colin St John Wilson, que murió el año pasado. Es un diseño de líneas rectas y limpias, pero sin simetría obvia. El exterior es en ladrillo rojo, en clara referencia a la estación de St Pancras, que está justo al lado. Esta similitud en los materiales hace resaltar el contraste entre el recargado diseño neogótico de la fachada de St Pancras y las puras líneas escandinavas de la biblioteca.
El tejado de pizarra negra ocupa gran parte de lo que ves en la fachada y le da al edificio un aspecto modesto, doméstico, como de casa de recortables. Una torre con un reloj te hace pensar en un edificio público de una capital de provincia.
En el interior el blanco de la piedra y la escayola se va imponiendo paulatinamente sobre el ladrillo. El espacio central rodea un gran prisma rectangular de cristal con seis pisos de estanterías llenas de libros antiguos. Es la biblioteca real, recopilada principalmente por Jorge III y cedida al país por su hijo Jorge IV en 1823. Es una de las colecciones que dieron origen a la biblioteca pública. Esta disposición me hace imaginarme un enorme meteorito en un paraje desierto, en torno al cual los científicos que lo estudian han construido una serie de edificios provisionales en los que alojarse durante sus investigaciones. No sé de dónde he sacado esta imagen. La idea de un prisma transparente lleno de libros parece ser una referencia a la Beinecke Library, en la Universidad de Yale, de 1963, del arquitecto Gordon Bunshaft, que sólo he visto en fotografía. Entiendo la diferencia entre la cita y el plagio, pero la verdad es que hubiera preferido que fuera una idea original.
Es un edificio que requiere tiempo para apreciarlo. Al principio parece que no obedece a ningún plan, pero luego, poco a poco, te vas dando cuenta de que lo que ocurre es que el plan es demasiado complejo para captarlo a primera vista. Está lleno de recovecos interesantes y perspectivas inesperadas, con contrastes atractivos entre espacios inmensos y otros más íntimos. Es como si el plan intentara imitar el efecto de la carencia de plan en la ciudad en que está ubicado el edificio.
Tengo entendido que es el edificio público más grande construido en el Reino Unido en el siglo XX. Llama la atención la calidad del acabado, sobre todo porque en este país los espacios públicos se suelen construir por lo barato. Se inauguró en 1998, dos años antes de que empezara a venir yo. Las obras habían empezado treinta y cinco años antes. Hasta entonces la biblioteca era parte del Museo Británico, y su sala de lectura era la sala circular, que ahora está abierta al público, en el centro del atrio con el excelente tejado de Norman Foster.
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