jueves, 11 de diciembre de 2008

Francis Bacon

Hace dos domingos fui a ver la exposición de Francis Bacon en la Tate Britain. Fuimos con los niños, por lo que no era fácil ver las cosas con tranquilidad. A pesar de esto, salí completamente convencido de que Bacon fue uno de los grandes pintores del siglo XX. Hasta ahora tenía una imagen un poco pintoresca de él: los papas tachados, las reses en canal y el ambiente de los años cincuenta en los bajos fondos de Londres, paralelo, según me lo imagino, al París existencialista, pero con cerveza en vez de café, menos intelectual y más descarnado. Pero en la exposición me quedó clara la riqueza de su visión. Llaman la atención sus juegos con la doble naturaleza de lo que hay sobre el lienzo, como pura mancha por un lado y como representación por el otro. Casi todos los cuadros tienen franjas de lienzo sin cubrir, y unos poliedros superpuestos sobre las figuras que pretenden recordarte que existe la perspectiva. Los colores son intensos, como de ilustración. Las sombras son pegotes. La soledad y la desesperanza están representadas en un lenguaje profundamente bello y elocuente.

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