martes, 6 de abril de 2010

Primera travesía familiar en el Scallywag: V. Cuarta y última singladura. Lunes de Pascua.


A la mañana siguiente mi tripulación parecía tener suficiente ánimo para reírse de sus penurias. Al final lo que más les importaba no era el viento, las olas, el frío o la lluvia, sino que después de pasar todo el invierno preparando al Scallywag para la temporada se me había olvidado lo más importante: limpiarlo por dentro. A mí no me parecía que estuviera mal, pero a Inma, Clara y Alicia les daba asco cada vez que su piel entraba en contacto con cualquier superficie del barco.


De Bradwell a Tollesbury no hay más de una hora. Pasamos el día en Bradwell esperando a que la pleamar de la tarde nos permitiera entrar en Tollesbury. Dimos un paseo muy agradable por la playa, pero a mí me amargó un poco la mañana la ansiedad que nos entra a algunos cuando tenemos demasiado tiempo para pensar las cosas. Me agobiaba sobre todo salir del amarre con unos veinticinco nudos de viento de popa, esta vez sin la posibilidad de repetir la treta que había usado en Tollesbury tres días antes. Visualizaba la maniobra una y otra vez y me iba poniendo más nervioso. Como suele suceder, toda la preocupación fue por nada. Justo antes de salir yo, salió el del amarre de enfrente, así que pude recular a su espacio y salir sin problemas.


Al salir, el mar estaba muy agitado, pero no era mucho rato y la tripulación ya estaba más curtida. Cuando llegamos a la entrada del canal de acceso a Tollesbury, la marea todavía no había subido lo suficiente para entrar. Entre el viento y la presión atmosférica, acabó subiendo sesenta centímetros menos de lo previsto en las tablas. Hay unas boyas donde te puedes amarrar para esperar. Les expliqué a Clara y a Inma la maniobra con detalle, y las mandé a la proa con el bichero. Siguieron mis instrucciones escrupulosamente hasta que llegaron a un obstáculo insalvable: cuando vieron que el bichero sacaba un cabo cubierto de algas babosas y malolientes, a las dos les daba demasiado asco tocarlo. Menos mal que me dio tiempo a llegar a cogerlo yo. Allí nos organizamos las defensas y los cabos y cuando el poste que indica el calado para entrar a la marina marcaba algo más de cinco pies entramos y atracamos sin incidentes.

La travesía no ha sido un éxito rotundo, pero tampoco ha sido un fracaso total. A lo mejor hubiera sido mejor no hacerla, pero dado que la hemos hecho, en las condiciones que nos tocaron, no podría haber ido mucho mejor. Para mí personalmente ha sido sensacional y me parece que los demás han visto, además de lo malo, un poco de lo bueno del plan que les estoy proponiendo.

No hay comentarios: