El lunes Londres amaneció cubierto de nieve. Casi todos los inviernos nieva alguna vez, pero suele ser poca cosa. Según parece, una nevada como esta no se veía desde hace dieciocho años. Para los que somos de sitios en los que no nieva mucho la nieve es mágica, milagrosa. Cuando empieza a nevar querría que nunca parara. No hubo colegios, ni autobuses, ni aviones, ni muchas otras cosas. Yo conseguí llegar al centro, pero la biblioteca estaba cerrada. De camino me entretuve en hacer unas fotos. Un día es un día.
Estas son desde las ventanas de casa:
Y estas de chavales divirtiéndose en el parque, felices de retornar al estado de naturaleza:
Para disfrutar tampoco hacía falta ser muy joven,
ni humano.
La naturaleza transformada:
Gordon Square, en Bloomsbury, desde la ventana de la sala de seminarios del Departamento de Filosofía de UCL:
jueves, 5 de febrero de 2009
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