viernes, 13 de febrero de 2009

Sam Davies del Roxy


La Vendée Globe es sin lugar a dudas la prueba deportiva más dura. Es una regata con la salida en Les Sables-d'Olonne, en la costa atlántica francesa, y la llegada también en Les Sables-d'Olonne, despues de haber dado la vuelta al mundo, sin escalas y sin asistencia externa. Y en solitario. Se celebra cada cuatro años desde 1989. Estamos en la sexta edición. Los dos primeros han llegado ya. El ganador es Michel Desjoyeaux, que llegó hace dos semanas después de ochenta y tres días en el mar.

De los treinta que tomaron la salida, diecinueve se han retirado, muchos de ellos con el mástil partido y otras averías catastróficas. Esntre ellos está Unai Basurko, el único participante español en esta edición, y el segundo en la historia de la prueba, después de José Luis Ugarte, recientemente fallecido, que la terminó en 1993. Basurko se tuvo que retirar con problemas en uno de los timones.

La magnitud de la hazaña que supone participar no podemos ni imaginárnosla los que no hemos tenido la suerte o la desgracia de encontrarnos en situaciones así. Imagínate vientos huracanados y olas como montañas a más de mil kilómetros de la costa más cercana, fuera del alcance de los servicios de salvamento, de noche, y completamente solo. Esto día tras día, sin poder dormir más que ratos sueltos. Todo esto sin dejar de pensar en cómo puedes hacer que el barco vaya un poco más rápido.

Los que dominan el mundo de las regatas en solitario suelen ajustarse a un patrón muy específico: hombres de mediana edad, generalmente franceses, y preferentemente bretones, como Francis Joyon, Loïck Peyron o el propio Desjoyeaux. Tipos serios, tranquilos y taciturnos, que no saben lo que es el pánico, y han aceptado desde hace mucho lo que el destino les depare en cada travesía, con naturalidad y sin aspavientos.

Esta regla cada vez tiene más excepciones. La primera excepción notable fue Ellen MacArthur en el 2001, que en vez de ser un señor francés de mediana edad, era una muchacha inglesa de veinticuatro años, y aún así quedó segunda, y hubiera ganado si no se hubiera chocado con un contenedor a la deriva. Su estilo personal también era distinto. En vez de la flema de los señores bretones, a ella no le importaba llorar frente a su webcam, reaccionando con rabia a las privaciones, la frustración y la falta de sueño.

Y este año tenemos una nueva excepción: Sam Davies, otra inglesa, aunque vive en Bretaña, de edad más cercana al estereotipo del la Vendée Globe, pero de personalidad radicalmente distinta. Sam ha dado la vuelta al mundo en solitario aguantando lo que hubiera que aguantar durante noventa y seis días con sus noches, pero lo ha hecho sin que se le quitara la sonrisa de la boca, bailando en la cubierta, haciendo karaoke a voz en grito y luciendo un modelo distinto para cada uno des sus deliciosos videos. Las fotos, vídeos y textos de su página web dan la impresión de que esté en un crucero de placer, y no a punto de subir al podio en la regata más dura de la historia.

Enhorabuena Sam. Eres la más grande.

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