miércoles, 4 de marzo de 2009

La clase de Cantet


El domingo fuimos a ver La clase. Es simplemente una película maravillosa en todos los sentidos que se me ocurren, un ejemplo sublime de lo que tiene que ser el cine. Consiste en una serie de escenas e incidentes en una clase de lengua y literatura en un instituto de un barrio obrero, empezando con el primer día del curso y terminando con el último. La historia está sacada de la autobiografía de un profesor de instituto, que además actúa en el papel inspirado en su propio libro sobre su propia vida. Los demás actores tampoco parecen profesionales.

Tiene un argumento con preparación, cumbre y desenlace, pero es lo de menos. Lo maravilloso de la película es la contemplación atenta, sincera y compasiva de una serie de vidas humanas, las de los alumnos y el profesor. Estas vidas del montón adquieren a través del ojo mágico del director una belleza y una dignidad estremecedoras. Da la impresión de que esto se consigue no a través de artificio y distorsión, sino al presentar estas vidas tal como son, sin preconcepciones ni interpretaciones. El resultado es un canto conmovedor al valor de la vida humana, a la importancia de cada individuo en cada momento de su vida. A mí a veces este valor me parece ficticio. Viendo La clase me he sentido avergonzado de esta tendencia mía.

Llama la atención la ausencia del mal en este grupo de jóvenes maleducados, agresivos y a veces violentos. Mi primera reacción es pensar que esto es una idealización que le resta valor a la película, pero Cantet inspira tanto respeto que estoy dispuesto a creer que lo que de lejos llamamos maldad desaparece cuando nos acercamos más y miramos con la atención que Cantet nos enseña.

Sólo he visto otra película de Cantet, L’Emploi du temps, que es igualmente maravillosa. Ahora quiero verlas todas.

Vimos La clase en el Phoenix, que es un cine independiente encantador abierto desde 1910. Está en East Finchley, que es uno de los barrios placenteros del norte de Londres. Cuando vinimos a Londres intentamos comprar una casa en East Finchley, a la vuelta de la esquina del Phoenix, pero nos la quitaron.

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