martes, 6 de enero de 2009
Corte de pelo
El sábado por la mañana fui con mi hijo a que nos cortaran el pelo. Fuimos donde voy siempre, a una peluquería de Muswell Hill que se llama Alex and Jimmy. La llevan tres chicos de origen greco-chipriota, dos hermanos y un primo. Son tres maestros de la ironía. Además de cortar el pelo bien, proporcionan un torrente interminable de crítica socio-cultural. Su clientela consiste principalmente en el típico habitante de Muswell Hill, liberal con dinero, que suele ser el objeto principal de su ironía. A los clientes les encanta el juego, y toleran gustosos que las bromas, aunque discretas, sean en último extremo a su costa. Los peluqueros a veces pasan del inglés al griego sin solución de continuidad. Pagaría por entender esos trozos de la conversación. Sólo cortan el pelo a hombres, pero muchas mujeres, liberales con dinero, vienen a traer a sus hijos, curiosamente orgullosas de codearse con los peluqueros de Alex and Jimmy. Siempre que voy acabamos hablando de filosofía de cachondeo. Durante meses uno me planteaba versiones cada vez más enrevesadas y descabelladas del dilema del prisionero. Un día me propusieron cortarme el pelo al estilo de Kierkegaard. Siempre me lo corto igual, al uno por los lados y por detrás y un poco más largo por arriba. A lo mejor me quedaría mejor de otra manera, pero no me gusta cambiar sin necesidad. De todos modos siempre tardo mucho en ir y acabo llevándolo más largo.
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