sábado, 10 de enero de 2009

Miel silvestre

Anoche fuimos a cenar a Wild Honey con nuestros amigos Susan y Stephen. Es un restaurante sensacional, sin excesivas pretensiones, pero indudablemente alta cocina. Yo tomé de primero ensalada caliente de alcachofas y remolacha. Hubiera jurado que no era posible preparar un plato tan interesante con esos ingredientes, lleno de sabores insospechados. La consistencia de las alcachofas no me resultaba familiar. Recordaban a las castañas de agua de la cocina china. De segundo tomé liebre asada con endivia gratinada, Spätzle y granada. La liebre estaba perfectamente cocinada: casi churrascada por fuera y casi cruda por dentro. Los Spätzle son un tipo de pasta de huevo alemana que yo he visto hacer a mi amiga Sabine apretando la masa por los agujeros de un colador dejándola caer sobre un cazo de agua hirviendo. Los de Wild Honey eran claramente caseros, y con la granada, la endivia, unas verduras picadas y la salsa de la liebre estaban para chuparse los dedos. De postre tomé una especie de macedonia alternativa con clementina, granada, membrillo y ruibarbo, con un sorbete de naranja y un almíbar celestial. Es el mejor postre que tomo desde el que hacen con yogur, pistachos y granada en Moro. Nos bebimos dos botellas de Pic Saint Loup, un vino robusto del Langedoc que, curiosamente, también bebimos en otro restaurante la última vez que salimos con Susan y Stephen. El servicio es atento, agradable y profesional, aunque la verdad es que no se siente el suave murmullo de un motor bien engrasado que emite el servicio de los mejores sitios. Es la segunda vez que voy. La primera vez comí igual de bien, una bouillaibaise excelente y helado de miel silvestre. Espero volver muchas veces más. El precio, unas cincuenta libras por barba con vino, es lo menos que se puede esperar en Londres por comida de este nivel.

Susan y Stephen son buenos amigos. Siempre estamos muy a gusto con ellos. Nos conocemos por el colegio de los niños. A él es difícil pillarlo. Dirige una editorial que publica libros en muchos países y pasa más tiempo en India, China y Singapur que en Londres, y ahora además tienen una casa de vacaciones en Italia. Una de sus pasiones es la arquitectura de Palladio. Cuando cumplió cincuenta años alquiló una casa de campo de Palladio en el Veneto, y nos invitó con un grupo de amigos a pasar unos días. Fue un fin de semana inolvidable.

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